Fábula

El adolescente caprichoso y malcriado, hijo único consentido, se excedió en sus gastos. No fue error de cálculo, lo hizo a sabiendas de quien ostentaba su tutela respondería ante el quebranto que su ambicioso vicio provocara.
Luz verde, cheque en blanco, persigue tu objetivo, tenemos una hucha escondida que aliviará tu fingido llanto.
El adolescente impulsivo y sicópata entró en un frenesí de saltos y acrobacias, fingiéndose sin red, consciente de la trivialidad de un error, pequeño o grave, su caída había de verse amainada hasta recostarlo en el tierno regazo de quien garantizaba su estatus.
Antojos, desmesuras, todo le fue permitido, incluso alentado, en el libertinaje de su proceder residía el orgullo de los criados que le tutelaban y justificaban su actitud ante cualquier reproche.
El adolescente, endiosado y teócrata, ludópata abanderado de la no patria, del todo vale, resbaló en los desperdicios que él mismo abandonara en el camino, y su lastimero llanto invadió todos los púlpitos.
Sus valedores, arruinados a los ojos de quienes merecían su dinero, rompieron la oculta caja y le entregaron su contenido, embaucaron y mintieron en una recolección titánica y absurda, toma, ten, paga tus deudas, pero no fue suficiente. Nada lo es cuando no tienes límite.
El adolescente, irredento cazador implacable inasequible al arrepentimiento, creyéndose en la obligación de persistir en su actitud, pues esta justifica y equilibra su propia existencia y la de todo lo demás, señala ahora a sus víctimas como culpables, su carne no bastó para garantizar su sustento, es preciso más, siempre más.
Y, aunque los demás niños del parque le miran con recelo, se resignan, pues saben que sólo él importa, todas las niñeras trabajan a sueldo de un mismo patrón.

Si el lector aún se pregunta por el sentido de esta fábula, sustituya adolescente por banca internacional, y valedor, criado y niñera por estado o gobierno, lea el periódico de hoy, o de ayer, o de mañana, y entienda que el parque fue creado para que el adolescente jugara, los demás niños estamos ahí de prestado.

Limitación

creo que el ser humano,como especie, se equivoca al escoger cuáles de sus limitaciones han de ser superadas y cuáles, simplemente, asumidas.

Historia

es lo que nos cuentan que ocurrió.

Sentidos

A mi nariz, tu perfume.
No el que compras,
el que posees.
A mis manos tu piel,
tu pelo, alguna caricia.
A mi orgullo, tu presencia.
A mi vista tu mirada,
tu sonrisa.
A mi oído tu palabra,
tu risa.
A mi boca tus labios,
a mi lengua tu lengua.
A mí, tú,
y lo demás, nada.

Toc

llaman a la puerta.

Mambrú

Mambrú se fue a la guerra
pero no llevó sus armas.
Intentó convencer al enemigo
con argumentos y razones.
Ahora su cuerpo cuelga de una alambrada
con un letrero que dice:
“dispara al idiota”.

Efectivamente

voz que utilizan los pedantes cuando quieren decir sí, o vale, o ya.